Artículo: ESPIRITUALIDAD

Espiritualidad, de colores

Artículo: ESPIRITUALIDAD

No pensemos que la vida espiritual ideal es estar recluido en una montaña meditando, o pasar metidos en una iglesia, o en una habitación de nuestra casa y orando. Debemos estar “metidos” en el mundo logrando bajar a la tierra la espiritualidad a través del trabajo honesto y las buenas acciones.

Para amar al prójimo como a nosotros mismos, tenemos que realizar autoconocimiento, porque si no nos conocemos, ¿cómo podríamos conocer al prójimo? Una cosa son las palabras y otra los hechos. El ser humano está en constante descubrimiento de sí mismo, de lo contrario no evolucionaría.

Las religiones tienen gran utilidad porque sirven de marco moral a millones de personas, respondiendo a su fe. Dicho de otro modo, satisfacen su deseo de creer en Dios; sin embargo, para la evolución espiritual de todo ser humano, es indispensable elevar su estado de conciencia moral, de conciencia espiritual.

La fe es una gracia. Cuando San Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios viviente, Jesús le dice: ,”Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos” (Mt. 16,17).

No hay coerción en la espiritualidad. Si vas a la iglesia o al templo o a la mezquita porque alguien dijo que “deberías”, esto no es verdad. Somos ya sea de la conciencia de “elección” o de la “obligación”. Nuestras prioridades pueden sernos impuestas o podemos elegirlas. No vinimos a esta dimensión llamada vida, para ser simplemente seguidores. Vinimos a ser cocreadores de nuestro destino.

Hoy, aprecia que las decisiones en tu vida dependen de ti; entonces, para que sean  consecuentes con una verdadera evolución, despierta conciencia espiritual, para lograr la experiencia consciente de tu ser y realizar así Obra Verdadera.

Santiago dice: “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras muerta está” (Santiago 2: 26).

El ser humano es capaz de comunicar lo que experimenta y ve. Lo que no ha experimentado o visto, o que su mente no ha alcanzado, es decir, las cosas que no tiene dentro de él no las puede compartir.

Despierta conciencia espiritual, para que tu obra sea  digna y reflejo de la Obra de Dios.

Este artículo fue escrito por el Q.´.H.´. Rafael Manzanares Benavides