Queridos Visitantes

Abrir las puertas de nuestra Obediencia es mucho más que un simple acto simbólico; es abrir nuestros corazones a quienes buscan esperanza, fraternidad y solidaridad. En tiempos como los que vivimos hoy, de confusión e incertidumbre, la Masonería se erige como un faro que guía hacia la preservación espiritual y moral del ser humano. Esta institución no es solo un espacio de reflexión, sino un camino vivo de transformación personal y colectiva.

Los ideales que enarbolamos —Libertad, Igualdad y Fraternidad— resuenan con las aspiraciones más elevadas de la humanidad. No es coincidencia que esos principios se encuentren reflejados en el artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.” Esta afinidad muestra que la Masonería ha sido y continúa siendo una fuerza vital en la construcción de sociedades más justas y humanas.

Nuestra Orden no promete recompensas inmediatas ni logros materiales. Ser Masón es caminar por un sendero de autoconocimiento y perfeccionamiento. A través de la simbología y los rituales, aprendemos que cada uno de nosotros es una piedra en bruto, llamada a ser pulida con paciencia, voluntad y humildad. Esta búsqueda constante de la mejora personal nos convierte en artesanos de nuestra propia alma, siempre en la tarea de construir nuestro Templo interior.
Ser Masón significa mantenernos siempre de pie y lúcidos, fieles a los principios que juramos voluntariamente. Esta fidelidad no solo es para con nuestros Hermanos o el G:.A:.D:.U:., sino también hacia nosotros mismos. Respetar nuestra palabra es honrar lo más sagrado que tenemos: nuestra integridad. Este compromiso no se limita a las reuniones en el Templo; cada decisión en la vida profana debe ser un reflejo de esos mismos principios. La Masonería es una disciplina diaria, un modo de vivir que trasciende el tiempo y los espacios.

Nuestra fraternidad global, con más de 300 años de historia, es la prueba de que la Masonería sigue siendo relevante y necesaria. En momentos de polarización y conflictos sociales, los Masones estamos llamados a ser un ejemplo de tolerancia, compasión y amor fraternal. En nuestras manos está el desafío de demostrar que la unidad en la diversidad es posible y que cada día, en cualquier lugar, podemos aportar a un mundo más armonioso.
Invitar a otros a este camino no es un acto de proselitismo, sino una invitación generosa a la búsqueda de la verdad y la luz. En la Masonería no exigimos perfección, sino voluntad para mejorar. Cada nuevo Hermano que ingresa encuentra en esta fraternidad un hogar espiritual, un espacio de crecimiento donde no estará solo en su camino, sino acompañado por quienes comparten sus mismas inquietudes y anhelos.

Con gratitud y profundo orgullo, reitero mi bienvenida a quienes han decidido recorrer este sendero con nosotros. En cada acción diaria, en cada gesto fraternal, continuamos construyendo nuestro Templo interior y aportando a la construcción de un mundo más justo y luminoso.
Hoy y siempre, honrados y orgullosos de ser Masones, caminemos con firmeza hacia la luz, con la certeza de que el trabajo constante en nuestra propia piedra es la clave para alcanzar la verdadera perfección.

Espero que esta versión sea lo que buscabas: clara, inspiradora y más cercana para quienes deseen conocer la esencia y el orgullo de la Masonería.


Muchas Gracias,

Philippe Quesada Jassoud
Gran Maestro.


 

Iniciativa de Empleabilidad Masónica (I.E.M.)



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