Linea de tiempo de eventos importantes en la historia de la Masoneria en Costa Rica

1824
Actividades masónicas en Costa Rica antes de 1865

Antes de analizar la historia de la masonería costarricense, es
conveniente realizar una breve descripción sobre la naturaleza
de esta fraternidad que ha contado con la membresía de ilustres
personajes alrededor del mundo. Según nos explica Claudio
Antonio Vargas Arias:
La masonería es una agrupación secreta, de carácter
iniciativo, no religiosa, filantrópica, simbólica y filosófica,
fundada en un sentimiento de fraternidad humana. Uno de
sus objetivos centrales es la búsqueda de la verdad por medio
de la razón, por lo cual fomenta el desarrollo intelectual y
moral de las personas, así como el progreso social. Los masones
se organizan en estructuras de base denominadas logias.
Los orígenes de la masonería moderna se ubican a finales
del siglo XVII. Muchos de los librepensadores modernos,
así como ilustres políticos han estado vinculados con esta,
por tanto es común establecer nexos entre los movimientos
independentistas y esta organización.

Pese a la creencia en un Ser Superior, denominado Gran
Arquitecto del Universo (G.A.D.U.), los postulados
masónicos no supeditan la admisión divina a una única
fórmula religiosa o filosófica. Este planteamiento socavó
los cimientos de la Iglesia Católica, pues, como muchas
otras religiones, al pretender la exclusividad en la relación
Dios-Ser humano, vio en la masonería un cuestionamiento
sistemático a sus creencias y a su hegemonía. En Costa Rica,
importantes políticos e intelectuales liberales formaron parte
de la masonería que, caso curioso, fue establecida por dos
sacerdotes: Francisco Calvo y Carlos María Ulloa.
Teniendo esto claro, podemos pasar a analizar los primeros
hechos relacionados con la fundación de esta orden en nuestro
país. La existencia de actividades masónicas y de costarricenses
iniciados en la masonería antes del año 1865 es indudable, sin
embargo, las fuentes historiográficas que lo verifiquen son
escasas, por lo que tratar de explicar su procedencia resulta algo
complicado.

 

ACTA ACADÉMICA, 57, pp. 119-148: 2015 ISSN 1017-7507 123
Didier Badilla-Ardón

1865
Fundación de la masonería regular costarricense en 1865

En una noche de enero de 1865, se reúnen en San José
varios distinguidos ciudadanos costarricenses, algunos de ellos
personajes reconocidos en la sociedad josefina del siglo XIX.
Entre ellos se encontraba el presbítero Francisco Calvo. Según
el historiador y reconocido masón Rafael Obregón Loría, en
esta reunión en San José, los asistentes acuerdan iniciar trabajos
oficiales como una logia masónica regular, es decir, reconocida
internacionalmente por las autoridades masónicas mundiales. A
esta primera logia deciden llamarla “Caridad”.
Los asistentes a esta importante reunión fueron: Manuel A.
Bonilla Carrillo, Leonzo de Vars Dumartrai, Adolfo Romero,
Luciano Beeche, Aquiles Bigot, Isidro Levkowicz, Matías Wesfele,
Alfredo García, Federico Maesson, Santiago Geddes, Santiago B.
Haslam y el presbítero Francisco Calvo (Obregón, 1938, p. 6).
Para conseguir el reconocimiento oficial, deben solicitar una
carta patente que debía ser otorgada por una autoridad masónica
oficial, es decir, una Gran Logia o Supremo Consejo. En este caso,
se solicita este reconocimiento al Gran Oriente y Supremo Consejo
Neo-Granadino, establecido en lo que se conocía en ese entonces
como Nueva Granada (actualmente Cartagena, Colombia). Esto
se decide en virtud de la ausencia de un Supremo Consejo en
Centroamérica y por la lejanía de otros Supremos Consejos como
el de México.
En el establecimiento de la logia Caridad, el presbítero
Francisco Calvo es elegido como Venerable Maestro, es decir, el
presidente, dirigente o guía de la agrupación.

Según nos explica Obregón (1938, p.14), el 28 de junio de 1865,
el Gran Consejo Administrativo del Gran Oriente Neo-Granadino
declara la legalidad del establecimiento de la Logia Caridad en
Costa Rica y le concede su respetiva carta constitutiva bajo el
número 26. Dicha carta llega al poder de los masones costarricenses a mediados de julio siguiente, y durante ese lapso estos habían continuado con su proyecto y habían logrado progresar y crecer en número.

El miembro más reciente de la misma no era otro que el Doctor
José María Castro Madriz, ex presidente de la República. Un mes
después de haberse concedido su carta constitutiva, el 28 de julio,
la Logia Caridad No. 26 celebra una asamblea en la cual fueron
instalados sus recién elegidos nuevos dignatarios de la siguiente
forma: Como Venerable Maestro José María Castro Madriz,
como Primer Vigilante Francisco Echeverría, Segundo Vigilante
Francisco Peralta, Secretario José Quirce, Tesorero Manuel
Luján, Orador Lorenzo Montúfar, Maestro de Ceremonias Rafael
Escalante, Primer Diacono Ramón Chávez, Segundo Diacono José
Durán, Primer Experto Manuel A. Bonilla y Segundo Experto José
María Volio.

1872-1884
Primer período 1872-1884

Antes de analizar los diferentes episodios del conflicto
entre la Iglesia católica y la Masonería durante este periodo, es
necesario tratar de explicar brevemente la causa de esta pugna
entre ambas instituciones. El historiador Vargas (2015) ofrece una
contextualización del asunto asociado al periodo histórico y la
ideología liberal; dice:


“Una ruptura innegable que plantea el liberalismo
con el pasado es su carácter secular: con ello, se
trascienden las explicaciones y postulados metafísicos
y se busca en el mismo ser humano su fin (por lo que en
las propias organizaciones sociales recae conseguir y
permitir esta meta). De igual forma, la razón adquiere
sentido especial, puesto que se constituye en una nueva
vía para entender el mundo, lo cual difiere de la visión
religiosa (del catolicismo y la mayoría de las religiones)
que lo hace por medio de la fe. Causa y consecuencia
de esa nueva visión es el cuestionamiento del dogma
eclesiástico y la reivindicación del derecho a la libre
discusión de la problemática entre lo espiritual, la
divinidad y el ser humano. De allí parte la afirmación
fundamental de que todas las religiones son formas
de culto esencialmente humanas, por lo cual no es
admisible darles significados trascendentales. No es
casual que el ascenso que tiene, en este proceso, la
agrupación de la Masonería.”


Este proceso señalado con anterioridad se dio de manera
similar (con algunas variaciones), en muchos países de
Latinoamérica, por ejemplo en México, durante el gobierno de
Benito Juárez. Ahora bien, como se verá a través de este trabajo,
en Costa Rica las diferencias entre las autoridades católicas y los
masones no eran pocas.

Quizás uno de los antecedentes del empeoramiento de las
relaciones entre ambas instituciones (Iglesia y Masonería) se
daría alrededor del año 1872. Es en este año donde los masones
costarricenses toman por primera vez acciones que afectarán
directamente a grupos eclesiásticos como los jesuitas. Como ya
se dijo, para ese año, el presidente de la República era el General
Tomás Guardia. Este decide hacer un viaje a Europa dejando
temporalmente en el poder al masón licenciado José Antonio
Pinto. Además, en junio se embarca en el vapor Honduras rumbo a
Panamá, acompañado de su hija mayor y del presbítero Francisco
Calvo.

Según explica Obregón, Guardia, quien tenía una estrecha
amistad con Calvo, aprovecha el viaje que realiza junto a este
para solicitarle ingreso en la orden. De este modo, al arribar a
Panamá, solicita inmediatamente iniciación en la Logia Estrella
del Pacífico No.33 de ese país. Gracias a la mediación del Calvo
y a la importancia política del candidato, los trámites de su
iniciación fueron acortados o incluso suprimidos, y el 3 de julio
de 1872 se le conceden los tres grados de la Masonería simbólica,
y se le extiende un diploma de Maestro Masón.

1884-1899
(las reformas liberales)
Segundo periodo 1884-1899

Es durante esta época que se dan las condiciones para que
el conflicto entre las autoridades eclesiásticas y la Masonería
comiencen a recrudecer. Por ejemplo, a raíz de los personajes
que se vieron envueltos en los acontecimientos, se establece una
relación entre la expulsión de los Jesuitas del país y la Masonería,
cuando en realidad esta no tuvo mucho que ver en el asunto.
Según nos explica Obregón (1938-b, pp. 56-57), en una sesión del
Congreso de la República en junio de 1884, se denuncia que los
Jesuitas y otros grupos clericales similares estaban permitiendo
a jóvenes costarricenses hacer su noviciado para ingresar a estas
comunidades religiosas. Existía un previo acuerdo al momento
de ingreso al país, que les impedía hacer esto, es decir, tenían
impedimento de iniciar neófitos en sus órdenes y habían
transgredido este acuerdo.

En consecuencia, el presidente nombra una comisión
investigadora que presenta posteriormente un proyecto de
ley prohibiendo el establecimiento de órdenes monásticas
o comunidades religiosas en el país y el ingreso de nuevos
miembros en las mismas. El proyecto fue discutido en 3 sesiones
y aprobado por amplia mayoría. Los miembros de la Compañía
de Jesús (Jesuitas), como medida de represalia, alteran el orden
público ante la abierta aprobación del Obispo Thiel. Dada esta
situación, el congreso aprueba una moción para suspender las
garantías individuales de la Constitución Política, propuesta por
el diputado don A. de Jesús Soto, medida aplaudida por la gran
mayoría de la opinión pública (Obregón.1938-b, 58).

El 18 de julio de 1884 se firma el decreto por medio del cual
se expulsa del país al Obispo Bernardo Augusto Thiel y a los
miembros de la Compañía de Jesús que se encontraban establecidos
en Cartago; este decreto fue recibido con gran aceptación por
parte de la sociedad costarricense. Al día siguiente, 19 de julio,
se decretó la secularización de los cementerios. Dato curioso y
sugerente es el hecho de que el Obispo Thiel era masón grado 18.
Cabe entonces preguntarse si realmente fue la Masonería la que
estuvo detrás de la expulsión de los jesuitas del país; sin embargo,
este mito se propagó en la historia y, como se verá, será uno de los
tantos factores que alimentarán el resentimiento que guardaban
las autoridades católicas con la Masonería.
Como se ha observado a través de este trabajo, la primera fase
de la represión de la iglesia en contra de la Masonería comenzó al
mismo tiempo en que se regularizó esta última a partir de 1865.
Sin embargo, como se vio, el recrudecimiento de este conflicto
se da realmente a partir de 1872 con el asunto de los jesuitas. A
partir de 1884, con la expulsión de estos, se inicia todo un proceso
de secularización del estado costarricense, llevado a cabo por los
masones de ideas liberales que ostentaban el poder político en
ese momento, como Próspero Fernández y luego Bernardo Soto.
Por ejemplo, se declara la secularización de los cementerios, se
introduce el matrimonio y el divorcio civil, la administración de
los hospitales pasa a manos estatales, se proscribe la enseñanza
religiosa, entre otras.

1936-1951
Continuación del conflicto entre el clero y la masonería, construcción del Templo Masónico de San José y consolidación de la Masonería costarricense (1936-1951)

En 1936, año de la campaña electoral en el que resulta electo
el Lic. León Cortés, miembro de las logias masónicas, se da un
avivamiento de los ataques del clero hacia la masonería. Para
la Iglesia Católica del país, la masonería había representado el
enemigo a vencer durante mucho tiempo. Sin embargo, para
esta época entra en el escenario de las luchas por la hegemonía
nacional una nueva amenaza para esta institución: el comunismo.
Según explica el historiador David Díaz (2015.57), en 1935 la
Iglesia Católica aprovechó la celebración de los trescientos años
del “hallazgo” de la imagen de la Virgen de los Ángeles para
organizar una marcha para rechazar el comunismo soviético
y promover rezos masivos a la Virgen para proteger a Costa
Rica de la lucha de clases. Sería razonable presumir que esta
marcha representaba una especie de demostración del poder y la
influencia de la Iglesia en la nación; y el mensaje bien podía ir
dirigido a todos aquellos grupos adversos a la misma, entre ellos
la Masonería.

Como bien lo señala José Daniel Gil (2004):
La Iglesia costarricense, luego de dictadas las leyes liberales, debido a que vio amenazada su hegemonía con respecto a sus feligreses, buscó con más ahínco consolidar la citada devoción, para así no ver menoscabada su posición de privilegio dentro de la sociedad.

Aunque la fecha de la aparición de la imagen de la Virgen
nunca estuvo clara, ni siquiera para las mismas autoridades
eclesiásticas (Gil Zúñiga. 2004, 45-51), la fecha que más se aceptó
fue la de 1635. Por lo tanto, un año antes de la campaña de León
Cortés (1935) se celebra el tercer centenario de su aparición, lo que
fue utilizado hábilmente por la Iglesia Católica para renovar la fe
de sus feligreses al fortalecer el culto a la misma (Gil Zúñiga. 2004,
52-54) y a la vez, tratar de restar poder a sus nuevos enemigos: la
masonería y el comunismo.
Según nos relata Rafael Obregón (1950.66), durante esta
campaña (1936) se hicieron afirmaciones sin fundamento, tales
como la de que el comunismo y la masonería eran la misma cosa y
que el triunfo de Cortés significaría el establecimiento inmediato
de una tiranía funesta por estar apoyada por la secta secreta de
la masonería. Como había algunos sacerdotes que apoyaban la
candidatura de Cortés, se hizo la siguiente afirmación:
Se pretende justificar la candidatura de un francmasón afirmando
que la mayor parte de los sacerdotes pertenecen a ese partido.
Recuerde el pueblo costarricense que detrás de la Cruz está el
Diablo...los sacerdotes o han sido engañados o se han dejado
engañar... el triunfo de León Cortés es el triunfo de la masonería en
Costa Rica. (Obregón, 1950, p.166)
A pesar de los constantes ataques en su contra, la Masonería se
fortalece y para el año de 1937, el nuevo Gran Maestro de la Gran
Logia de Costa Rica, don Stanley Lindo, inicia conversaciones
con la compañía constructora Eric C. Murray para llevar a cabo el
ansiado proyecto de la construcción del Templo Masónico.

1950 al 2015
La Masonería en Costa Rica desde 1950 al 2015, (año del sesquicentenario de la Orden en el país)

Desde el año 1950, la masonería costarricense continúa su
más reciente faceta de crecimiento y consolidación. Por ejemplo,
el domingo 11 de marzo de 1951, luego de un largo proceso; la
Logia Torre Alba No. 13, que operaba en la ciudad de Turrialba,
Cartago, efectúa una tenida extraordinaria cuyo propósito era la
colocación de la primera piedra del Templo Masónico que sería
construido para sus trabajos. Según explica el masón José Luis
Mora Calvo de dicha logia (en un discurso efectuado en marzo del
2012 con motivo de la celebración del aniversario de la fundación
de la logia), esta tenida fue presidida por el Gran Maestro de ese
entonces Eric C. Murray, acompañado por varios miembros de la
Gran logia de Costa Rica y muchos miembros de las otras logias
simbólicas del país. La construcción de dicho templo tardaría
alrededor de ocho meses, y en la cual participarían muchos
obreros de esa ciudad.
El 15 de diciembre de 1951, el Gran Maestro Eric Murray,
consagró en inauguró oficialmente el Templo Masónico de la
Logia Torre Alba No. 13. (Mora Calvo. 2012, 6).

 

Es importante notar como, posterior a la guerra civil de 1948 y
el proceso de la fundación de la Segunda República, la masonería
costarricense replantea su enfoque y vuelve su mirada hacia sí
misma, perdiendo el protagonismo político propio del Estado
liberal y volviéndose una institución más discreta, orientada
hacia la filosofía y la filantropía; sin embargo, este proceso venía
sucediendo desde mucho tiempo atrás.
Como bien lo demuestra Ricardo Martínez Esquivel en su
artículo (2008), desde 1865 a 1899 el porcentaje de masones
en puestos destacados de los tres poderes de la República fue
disminuyendo conforme pasaba el tiempo.

Entre 1996 y 1997, la Gran Logia de Costa Rica publica la
revista masónica llamada Leyenda, que fue una publicación oficial
de la Gran Logia. En la 1era edición de esta revista, del tercer
trimestre de 1996, se informa que el 6 de marzo de ese año, el Gran
Maestro, don Jorge López Vallejo, emite un decreto que regulariza
los trabajos de la logia Unión Fraternal No. 2 en Limón. El 9 de
marzo, un grupo de varios masones de diferentes logias desfilan
por las calles de Limón encabezados por el Pabellón Nacional y
los estandartes, desde donde se encontraba el antiguo templo (que
se había derrumbado a causa de un terremoto) hasta el lugar en
donde se había construido uno nuevo. Posteriormente proceden
a efectuar la consagración del mismo. (Leyenda No. 1. 1996, 4).
Según la información obtenida de la Secretaría Administrativa
de la Gran Logia de Costa Rica, durante casi una década, la
masonería costarricense continúa con sus actividades de forma
regular, consolidándose como una de las instituciones más
antiguas del país. Las logias simbólicas trabajan normalmente
todos los meses, se celebran tenidas, aniversarios, se realizan
actividades filantrópicas y se participa en eventos regionales
como Congresos Masónicos Internacionales.

LA MASONERIA EN COSTA RICA Un medio como Internet, no llenaría el objeto que se propone, si en él no figuran todas las Instituciones humanitarias, de beneficencia, de socorro mutuo y las de índole social que revisten positiva importancia. De la cultura de Costa Rica habría de juzgarse incorrectamente si al mundo no se le hiciese saber que dentro de los confines de este país podemos vivir tranquilamente todos los hombres de buena voluntad, cualesquiera que sean sus creencias religiosas o sus ideas respecto a los medios de obtener el perfeccionamiento físico y moral de las sociedades.

Tomando esto en cuenta, vamos a ocuparnos ahora de la Masonería en Costa Rica, desde su fundación hasta nuestros días.

La Francmasonería fue introducida a Costa Rica en 1.865, cuando el Gran Oriente Neo-Granadino expidió con fecha 28 de junio del propio año, la carta patente a la Respetable Logia Caridad Nº 26, para trabajar en San José. Después, en 1867 se estableció la Logia Unión Fraternal Nº 19, bajo los auspicios de la Gran Logia de Cuba.

En 1.870 existían además de las Logias arriba mencionadas, las Logias Esperanza y Fé. El 9 de enero de 1871 se fundó el Supremo Consejo de Francmasones, y de éste aceptaron nuevas cartas de las Logias existentes y otras que fueron constituidas en esta República, entre los años de 1871 a 1875, y que fueron las siguientes: Caridad Nº1, Esperanza Nº 2, Fé Nº3, Unión Fraternal Nº7, Progreso Nº 9, Maravilla Nº 12, Sincera Amistad Nº 18, Desengaño Nº 14, Concordia y Porvenir.

En 1.875, el Gran Oriente de Centro América (Guatemala), expidió Carta a las siguientes Logias: Regeneración Nº 6, (en San José 1888), Unión Fraternal Nº9 (Limón 1892), La Luz Nº 12 (San José 1897), La libertad Nº 15 (San José 1898), La Phoenix (Limón 1899). De todas estas La Luz y La Phoenix trabajaban en Inglés.

El 07 de Diciembre de 1899, La Fraternidad Costarricense convino en construir un Cuerpo Administrativo para las Logias Simbólicas, y entonces se fundó la MUY RESPETABLE GRAN LOGIA DE COSTA RICA, siendo su primer Gran Maestro el Q.·.H.·. Gillot.

La fundación de la Masonería en Costa Rica, tuvo su origen en un viaje que el Q.·.H.·. Pbro. Dr. Francisco Calvo realizó al Perú, en donde se encontró con unos Sacerdotes Masones y allí fue iniciado como masón a invitación de ellos. Cuando el Q.·.H.·. Francisco Calvo regresó a Costa Rica, se une a otros masones que ya residían en el país y fundan la Respetable Logia Caridad Nº 26, para lo cual la carta constitutiva que había de servirles para su fundación, fue otorgada el 28 de junio de 1.865 por el Gran Oriente Neo-Granadino. Desde su fundación hasta nuestros días, la Masonería Costarricense ha contado entre sus miembros, con personas muy destacadas en nuestra sociedad. Su servicio a la comunidad es indiscutible. Podemos poner como ejemplo al siempre bien recordado Q.·.H.·. y Pbro,

Dr. Carlos María Ulloa.

El Supremo Consejo Centroamericano, con asiento en San José Costa Rica, fue fundado el 09 de Enero de 1871, bajo las facultades para ello concedidas por el Supremo Consejo Neo Granadino al Q. H.·. Francisco Calvo (Gr.·.33), el 27 de noviembre de 1870, en que se le daban poderes para establecer el Gran Oriente y Supremo Consejo Centro Americano.

Este Supremo Consejo Centroamericano, fue llevado temporalmente a la ciudad de Guatemala, bajo la condición de que había de volver a su Sede Original siete años más tarde, según constancia de los acuerdos tomados por el mismo Consejo el día 7 de julio de 1887, y del documento que copiamos a continuación y que literalmente dice así:

San José de Costa Rica, Diciembre 6 de 1899

Los abajo firmantes, miembros del Consejo Supremo Centroamericano, que tuvo su Sede en esta República y la cual por acuerdo tomado el 6 de julio de 1887, se trasladó temporalmente, a la República de Guatemala, hacemos constar que en virtud del acuerdo citado, El Supremo Consejo Masónico Centroamericano, debía residir en Guatemala por sólo siete años (7 años), transcurridos los cuales volverá nuevamente a Costa Rica, si no hubiera en la Capital de las otras Repúblicas de Centroamérica, miembros bastantes para ocupar los puestos principales. En el supuesto de que si fuera posible que hubiera bastantes miembros del Gr.·. 33 en cada Estado, la Sede del Consejo turnaría por períodos de 7 años en cada una de las Repúblicas o en las que tuvieran suficientes número de miembros .

Los Miembros que compusieron ese Alto Cuerpo, fueron los II.·. HH.·. siguientes:

  • Pbro. Dr. Francisco Calvo Soberano G.·. Comendador
  • Luis D. Sáenz Ten.·. Gr.·. Comendador
  • Francisco Peralta 1er G.·. Representante
  • Joaquín Fernández 2º. G.·. Representante
  • Félix Bonilla G.·. Tesorero
  • Dr. Andrés Sáenz G.·. Sec.·. General
  • Dr. Lorenzo Montúfar Ministro de Estado
  • José Quirce G.·. Maestro de Ceremonias
  • Dr. José María Castro Madriz G.·. Canciller
  • Leoncio de Vars G.·. Hospitalario
  • Manuel Bonilla Porta Estandarte