Linea de tiempo de eventos importantesen la historia de la Masoneria en Costa Rica

1824
1865
1872-1884
1884-1899
1936-1951
1950 – 2015

1824

 

Actividades masónicas en Costa Rica antes de 1865

Antes de analizar la historia de la masonería costarricense, es conveniente realizar una breve descripción sobre la naturaleza de esta fraternidad que ha contado con la membresía de ilustres personajes alrededor del mundo. Según nos explica Claudio Antonio Vargas Arias: “La masonería es una agrupación secreta, de carácter iniciativo, no religiosa, filantrópica, simbólica y filosófica, fundada en un sentimiento de fraternidad humana. Uno de sus objetivos centrales es la búsqueda de la verdad por medio de la razón, por lo cual fomenta el desarrollo intelectual y moral de las personas, así como el progreso social. Los masones se organizan en estructuras de base denominadas logias”.
Los orígenes de la masonería moderna se ubican a finales del siglo XVII. Muchos de los librepensadores modernos,  así como ilustres políticos han estado vinculados con esta, por tanto es común establecer nexos entre los movimientos independentistas y esta organización.
Pese a la creencia en un Ser Superior, denominado Gran Arquitecto del Universo (G.A.D.U.), los postulados masónicos no supeditan la admisión divina a una única fórmula religiosa o filosófica. Este planteamiento socavó los cimientos de la Iglesia Católica, pues, como muchas otras religiones, al pretender la exclusividad en la relación Dios-Ser humano, vio en la masonería un cuestionamiento sistemático a sus creencias y a su hegemonía. En Costa Rica, importantes políticos e intelectuales liberales formaron parte de la masonería que, caso curioso, fue establecida por dos sacerdotes: Francisco Calvo y Carlos María Ulloa.
Teniendo esto claro, podemos pasar a analizar los primeros hechos relacionados con la fundación de esta orden en nuestro país. La existencia de actividades masónicas y de costarricenses iniciados en la masonería antes del año 1865 es indudable, sin
embargo, las fuentes historiográficas que lo verifiquen son escasas, por lo que tratar de explicar su procedencia resulta algo complicado.

ACTA ACADÉMICA, 57, pp. 119-148: 2015 ISSN 1017-7507 123
Didier Badilla-Ardón

1865


Fundación de la masonería regular costarricense en 1865

En una noche de enero de 1865, se reúnen en San José varios distinguidos ciudadanos costarricenses, algunos de ellos personajes reconocidos en la sociedad josefina del siglo XIX. Entre ellos se encontraba el presbítero Francisco Calvo. Según el historiador y reconocido masón Rafael Obregón Loría, en esta reunión en San José, los asistentes acuerdan iniciar trabajos oficiales como una logia masónica regular, es decir, reconocida internacionalmente por las autoridades masónicas mundiales. A esta primera logia deciden llamarla “Caridad”.
Los asistentes a esta importante reunión fueron: Manuel A. Bonilla Carrillo, Leonzo de Vars Dumartrai, Adolfo Romero, Luciano Beeche, Aquiles Bigot, Isidro Levkowicz, Matías Wesfele, Alfredo García, Federico Maesson, Santiago Geddes, Santiago B. Haslam y el presbítero Francisco Calvo (Obregón, 1938, p. 6). Para conseguir el reconocimiento oficial, deben solicitar una carta patente que debía ser otorgada por una autoridad masónica oficial, es decir, una Gran Logia o Supremo Consejo. En este caso, se solicita este reconocimiento al Gran Oriente y Supremo Consejo Neo-Granadino, establecido en lo que se conocía en ese entonces como Nueva Granada (actualmente Cartagena, Colombia). Esto se decide en virtud de la ausencia de un Supremo Consejo en Centroamérica y por la lejanía de otros Supremos Consejos como el de México. En el establecimiento de la logia Caridad, el presbítero Francisco Calvo es elegido como Venerable Maestro, es decir, el presidente, dirigente o guía de la agrupación.
Según nos explica Obregón (1938, p.14), el 28 de junio de 1865, el Gran Consejo Administrativo del Gran Oriente Neo-Granadino declara la legalidad del establecimiento de la Logia Caridad en Costa Rica y le concede su respetiva carta constitutiva bajo el número 26.  Dicha carta llega al poder de los masones costarricenses a mediados de julio siguiente, y durante ese lapso estos habían continuado con su proyecto y habían logrado progresar y crecer en número.
El miembro más reciente de la misma no era otro que el Doctor José María Castro Madriz, ex presidente de la República. Un mes después de haberse concedido su carta constitutiva, el 28 de julio, la Logia Caridad No. 26 celebra una asamblea en la cual fueron instalados sus recién elegidos nuevos dignatarios de la siguiente forma: Como Venerable Maestro José María Castro Madriz, como Primer Vigilante Francisco Echeverría, Segundo Vigilante Francisco Peralta, Secretario José Quirce, Tesorero Manuel Luján, Orador  Lorenzo Montúfar, Maestro de Ceremonias Rafael Escalante, Primer Diacono Ramón Chávez, Segundo Diacono José Durán, Primer Experto Manuel A. Bonilla y Segundo Experto José María Volio.

1872-1884

Primer período 1872-1884

Antes de analizar los diferentes episodios del conflicto entre la Iglesia católica y la Masonería durante este periodo, es necesario tratar de explicar brevemente la causa de esta pugna entre ambas instituciones. El historiador Vargas (2015) ofrece una contextualización del asunto asociado al periodo histórico y la ideología liberal; dice:
“Una ruptura innegable que plantea el liberalismo con el pasado es su carácter secular: con ello, se trascienden las explicaciones y postulados metafísicos y se busca en el mismo ser humano su fin (por lo que en las propias organizaciones sociales recae  onseguir y permitir esta meta). De igual forma, la razón adquiere sentido especial, puesto que se constituye en una nueva vía para entender el mundo, lo cual difiere de la visión religiosa (del catolicismo y la mayoría de las religiones) que lo hace por medio de la fe. Causa y consecuencia de esa nueva visión es el cuestionamiento del dogma eclesiástico y la reivindicación del derecho a la libre discusión de la problemática entre lo espiritual, la divinidad y el ser humano. De allí parte la afirmación fundamental de que todas las  eligiones son formas de culto esencialmente humanas, por lo cual no es admisible darles significados trascendentales. No es casual que el ascenso que tiene, en este proceso, la agrupación de la Masonería.” Este proceso señalado con anterioridad se dio de manera similar (con algunas variaciones), en muchos países de Latinoamérica, por ejemplo en México, durante el gobierno de Benito Juárez. Ahora bien, como se verá a través de este trabajo, en Costa Rica las diferencias entre las autoridades católicas y los
masones no eran pocas.
Quizás uno de los antecedentes del empeoramiento de las relaciones entre ambas instituciones (Iglesia y Masonería) se daría alrededor del año 1872. Es en este año donde los masones costarricenses toman por primera vez acciones que afectarán directamente a grupos eclesiásticos como los jesuitas. Como ya se dijo, para ese año, el presidente de la República era el General Tomás Guardia. Este decide hacer un viaje a Europa dejando temporalmente en el poder al masón licenciado José Antonio Pinto. Además, en junio se  embarca en el vapor Honduras rumbo a Panamá, acompañado de su hija mayor y del presbítero Francisco Calvo.
Según explica Obregón, Guardia, quien tenía una estrecha amistad con Calvo, aprovecha el viaje que realiza junto a este para solicitarle ingreso en la orden. De este modo, al arribar a Panamá, solicita inmediatamente iniciación en la Logia Estrella
del Pacífico No.33 de ese país. Gracias a la mediación del Calvo y a la importancia política del candidato, los trámites de su iniciación fueron acortados o incluso suprimidos, y el 3 de julio de 1872 se le conceden los tres grados de la Masonería simbólica, y se le extiende un diploma de Maestro Masón.

1884-1899

Segundo periodo 1884-1899

Es durante esta época que se dan las condiciones para que el conflicto entre las autoridades eclesiásticas y la Masonería comiencen a recrudecer. Por ejemplo, a raíz de los personajes que se vieron envueltos en los acontecimientos, se establece una relación entre la expulsión de los Jesuitas del país y la Masonería, cuando en realidad esta no tuvo mucho que ver en el asunto. Según nos explica Obregón (1938-b, pp. 56-57), en una sesión del Congreso de la República en junio de 1884, se denuncia que los Jesuitas y otros grupos clericales similares estaban permitiendo a jóvenes costarricenses hacer su noviciado para ingresar a estas comunidades religiosas. Existía un previo acuerdo al momento de ingreso al país, que les impedía hacer esto, es decir, tenían impedimento de  iniciar neófitos en sus órdenes y habían transgredido este acuerdo.
En consecuencia, el presidente nombra una comisión investigadora que presenta posteriormente un proyecto de ley prohibiendo el establecimiento de órdenes monásticas o comunidades religiosas en el país y el ingreso de nuevos miembros en las mismas. El proyecto fue discutido en 3 sesiones y aprobado por amplia mayoría. Los miembros de la Compañía de Jesús (Jesuitas), como medida de represalia, alteran el orden público ante la abierta aprobación del Obispo Thiel. Dada esta situación, el congreso aprueba una moción para suspender las garantías individuales de la Constitución Política, propuesta por el diputado don A. de Jesús Soto, medida aplaudida por la gran mayoría de la opinión pública (Obregón.1938-b, 58).
El 18 de julio de 1884 se firma el decreto por medio del cual se expulsa del país al Obispo Bernardo Augusto Thiel y a los miembros de la Compañía de Jesús que se encontraban establecidos en Cartago; este decreto fue recibido con gran aceptación por parte de la sociedad costarricense. Al día siguiente, 19 de julio, se decretó la secularización de los cementerios. Dato curioso y sugerente es el hecho de que el Obispo Thiel era masón grado 18. Cabe entonces preguntarse si realmente fue la Masonería la que estuvo detrás de la expulsión de los jesuitas del país; sin embargo, este mito se propagó en la historia y, como se verá, será uno de los tantos factores que alimentarán el resentimiento que guardaban las autoridades católicas con la Masonería.
Como se ha observado a través de este trabajo, la primera fase de la represión de la iglesia en contra de la Masonería comenzó al mismo tiempo en que se regularizó esta última a partir de 1865. Sin embargo, como se vio, el recrudecimiento de este conflicto se da realmente a partir de 1872 con el asunto de los jesuitas. A partir de 1884, con la expulsión de estos, se inicia todo un proceso de secularización del estado costarricense, llevado a cabo por los masones de ideas liberales que ostentaban el poder político en ese momento, como Próspero Fernández y luego Bernardo Soto. Por ejemplo, se declara la secularización de los cementerios, se introduce el matrimonio y el divorcio civil, la administración de los hospitales pasa a manos estatales, se proscribe la enseñanza religiosa, entre otras.

1936-1951

Continuación del conflicto entre el clero y la masonería, construcción del Templo Masónico de San José y consolidación de la Masonería costarricense (1936-1951)

En 1936, año de la campaña electoral en el que resulta electo el Lic. León Cortés, miembro de las logias masónicas, se da un avivamiento de los ataques del clero hacia la masonería. Para la Iglesia Católica del país, la masonería había representado el enemigo a vencer durante mucho tiempo. Sin embargo, para esta época entra en el escenario de las luchas por la hegemonía nacional una nueva amenaza para esta institución: el comunismo. Según explica el historiador David Díaz (2015.57), en 1935 la Iglesia Católica aprovechó la celebración de los trescientos años del “hallazgo” de la imagen de la Virgen de los Ángeles para organizar una marcha para rechazar el comunismo soviético y promover rezos masivos a la Virgen para proteger a Costa Rica de la lucha de clases. Sería razonable presumir que esta marcha representaba una especie de demostración del poder y la influencia de la Iglesia en la nación; y el mensaje bien podía ir dirigido a todos aquellos grupos adversos a la misma, entre ellos la Masonería.
Como bien lo señala José Daniel Gil (2004): La Iglesia costarricense, luego de dictadas las leyes liberales, debido a que vio amenazada su hegemonía con respecto a sus feligreses, buscó con más ahínco consolidar la citada devoción, para así no ver menoscabada su posición de privilegio dentro de la sociedad.
Aunque la fecha de la aparición de la imagen de la Virgen nunca estuvo clara, ni siquiera para las mismas autoridades eclesiásticas (Gil Zúñiga. 2004, 45-51), la fecha que más se aceptó fue la de 1635. Por lo tanto, un año antes de la campaña de León Cortés (1935) se celebra el tercer centenario de su aparición, lo que fue utilizado hábilmente por la Iglesia Católica para renovar la fe de sus feligreses al fortalecer el culto a la misma (Gil Zúñiga. 2004, 52-54) y a la vez, tratar de restar poder a sus nuevos enemigos: la masonería y el comunismo. Según nos relata Rafael Obregón (1950.66), durante esta campaña (1936) se hicieron afirmaciones sin fundamento, tales como la de que el comunismo y la masonería eran la misma cosa y que el triunfo de Cortés significaría el establecimiento inmediato de una tiranía funesta por estar apoyada por la secta secreta de la masonería. Como había algunos sacerdotes que apoyaban la candidatura de Cortés, se hizo la siguiente afirmación:
Se pretende justificar la candidatura de un francmasón afirmando que la mayor parte de los sacerdotes pertenecen a ese partido. Recuerde el pueblo costarricense que detrás de la Cruz está el Diablo…los sacerdotes o han sido engañados o se han dejado engañar… el triunfo de León Cortés es el triunfo de la masonería en Costa Rica. (Obregón, 1950, p.166) A pesar de los constantes ataques en su contra, la Masonería se fortalece y para el año de 1937, el nuevo Gran Maestro de la Gran Logia de Costa Rica, don Stanley Lindo, inicia conversaciones con la compañía constructora Eric C. Murray para llevar a cabo el ansiado proyecto de la construcción del Templo Masónico.

1950 – 2015

La Masonería en Costa Rica desde 1950 al 2015, (año del sesquicentenario de la Orden en el país)

Desde el año 1950, la masonería costarricense continúa su más reciente faceta de crecimiento y consolidación. Por ejemplo, el domingo 11 de marzo de 1951, luego de un largo proceso; la Logia Torre Alba No. 13, que operaba en la ciudad de Turrialba, Cartago, efectúa una tenida extraordinaria cuyo propósito era la colocación de la primera piedra del Templo Masónico que sería construido para sus trabajos. Según explica el masón José Luis Mora Calvo de dicha logia (en un discurso efectuado en marzo del 2012 con motivo de la celebración del aniversario de la fundación de la logia), esta tenida fue presidida por el Gran Maestro de ese entonces Eric C. Murray, acompañado por varios miembros de la Gran logia de Costa Rica y muchos miembros de las otras logias simbólicas del país. La construcción de dicho templo tardaría alrededor de ocho meses, y en la cual participarían muchos obreros de esa ciudad.
El 15 de diciembre de 1951, el Gran Maestro Eric Murray, consagró en inauguró oficialmente el Templo Masónico de la Logia Torre Alba No. 13. (Mora Calvo. 2012, 6).
Es importante notar como, posterior a la guerra civil de 1948 y el proceso de la fundación de la Segunda República, la masonería costarricense replantea su enfoque y vuelve su mirada hacia sí misma, perdiendo el protagonismo político propio del Estado liberal y volviéndose una institución más discreta, orientada hacia la filosofía y la filantropía; sin embargo, este proceso venía sucediendo desde mucho tiempo atrás. Como bien lo demuestra Ricardo Martínez Esquivel en su artículo (2008), desde 1865 a 1899 el porcentaje de masones en puestos destacados de los tres poderes de la República fue disminuyendo conforme pasaba el tiempo.
Entre 1996 y 1997, la Gran Logia de Costa Rica publica la revista masónica llamada Leyenda, que fue una publicación oficial de la Gran Logia. En la 1era edición de esta revista, del tercer trimestre de 1996, se informa que el 6 de marzo de ese año, el Gran Maestro, don Jorge López Vallejo, emite un decreto que regulariza los trabajos de la logia Unión Fraternal No. 2 en Limón. El 9 de marzo, un grupo de varios masones de diferentes logias desfilan por las calles de Limón encabezados por el Pabellón Nacional y los estandartes, desde donde se encontraba el antiguo templo (que se había derrumbado a causa de un terremoto) hasta el lugar en donde se había construido uno nuevo. Posteriormente proceden a efectuar la consagración del mismo. (Leyenda No. 1. 1996, 4).
Según la información obtenida de la Secretaría Administrativa de la Gran Logia de Costa Rica, durante casi una década, la masonería costarricense continúa con sus actividades de forma regular, consolidándose como una de las instituciones más antiguas del país. Las logias simbólicas trabajan normalmente todos los meses, se celebran tenidas, aniversarios, se realizan actividades filantrópicas y se participa en eventos regionales como Congresos Masónicos Internacionales.

San José de Costa Rica, Diciembre 6 de 1899

Los abajo firmantes, miembros del Consejo Supremo Centroamericano, que tuvo su Sede en esta República y la cual por acuerdo tomado el 6 de julio de 1887, se trasladó temporalmente, a la República de Guatemala, hacemos constar que en virtud del acuerdo citado, El Supremo Consejo Masónico Centroamericano, debía residir en Guatemala por sólo siete años (7 años), transcurridos los cuales volverá nuevamente a Costa Rica, si no hubiera en la Capital de las otras Repúblicas de Centroamérica, miembros bastantes para ocupar los puestos principales. En el supuesto de que si fuera posible que hubiera bastantes miembros del Gr.·. 33 en cada Estado, la Sede del Consejo turnaría por períodos de 7 años en cada una de las Repúblicas o en las que tuvieran suficientes número de miembros .

Los Miembros que compusieron ese Alto Cuerpo, fueron los II.·. HH.·. siguientes:

Pbro. Dr. Francisco Calvo - Soberano G.·. Comendador
Luis D. Sáenz - Ten.·. Gr.·. Comendador
Francisco Peralta - 1er G.·. Representante
Joaquín Fernández - 2º. G.·. Representante
Félix Bonilla - G.·. Tesorero
Dr. Andrés Sáenz G.·. Sec.·. General
Dr. Lorenzo Montúfar - Ministro de Estado
José Quirce - G.·. Maestro de Ceremonias
Dr. José María Castro Madriz - G.·. Canciller
Leoncio de Vars - G.·. Hospitalario
Manuel Bonilla - Porta Estandarte